12.12.2013

Acerca del respeto

En nuestra vida diaria hacemos referencia al respeto con mucha frecuencia y al hecho de sentirnos -más o menos- respetados o irrespetados. Es un aspecto que está presente en cada momento de nuestra cotidianidad y que impregna todas las relaciones que tenemos. 

La Declaración Universal De Los Derechos Humanos en su artículo 26 aparte 2 dice: “La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.”[1]

Respetar significa también tener “consideración, deferencia.”[2] Esa consideración o deferencia por otros seres implica comprender que no estamos aislados ni en una burbuja, sino que todos tenemos un lugar en la sociedad y que nuestro papel es de vital importancia en la creación o mejora de espacios y ambientes que faciliten el impulso del mayor número posible de personas, para producir un desarrollo de todo el conjunto.

El respeto lo aprendemos progresivamente cuando vamos descubriendo aquellas cosas que son convenientes para nosotros como parte de un grupo humano y buscamos compartirlas. Por eso, el respeto se define en un sentido colectivo y no en relación única o exclusiva con algunas personas. 

Hay muchos niveles de respeto que vamos integrando en nuestras vidas, notemos que cuando estamos aprendiendo a valorar la vida de las personas, evitamos hacerles daño físicamente, luego comprendemos que respetarlas significa también valorar su integridad psicológica; sus sentimientos, sus emociones y sus ideas. 

Así pues, el respeto no es sinónimo de miedo como se pensaba antes y tampoco es sumisión o sometimiento a los padres, a los jefes o a los mayores. Todas las personas tienen un valor propio por el hecho de estar vivas, es un valor intrínseco y ésta es la Dignidad Humana, que les hace merecer un ambiente donde puedan desarrollar a plenitud su plan de vida. El respeto es la base de toda convivencia, de toda relación y más aún, de toda vivencia individual. 

El respeto a la Dignidad Humana es lo que nos permite vivir en armonía con otros. Dicho de otra manera, el respeto es la comprensión que logramos (como un estado de consciencia), respecto a lo que es provechoso en la convivencia con otros seres. Exige una gran claridad que se convierte como en una ley interna, en la que nos comprometemos a velar porque nuestras acciones estén encaminadas a crear y cualificar ambientes en los cuales las personas vayamos realizando nuestro proyecto de vida y a la vez procurar que los otros seres tengan un espacio adecuado para existir y expresarse.

“El respeto es la capacidad de ver a una persona tal como es, tener consciencia de su individualidad única. Respetar significa preocuparse porque la otra persona crezca y se desarrolle tal como es. De ese modo el respeto implica la ausencia de explotación”.[3]




[1]La Declaración Universal de Derechos humanos. 50 años. 1998:42. 
[2] Real Academia de la Lengua Española, consultada en www.rae.es noviembre, 2011. 
[3] Fromm Erick. El arte de amar, p. 37.

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