12.10.2017

¿Qué tal tu balance?


¡Navidad! tiempo para disfrutar de la compañía de los que amamos y también un buen momento para evaluar el año que hemos tenido. Muchos iremos a descansar y a recuperar fuerzas para comenzar de nuevo.

Es común la tendencia a mirarnos a finales de año y funciona como el cierre de un ciclo que se abre otra vez en enero, pero hay además, personas que se evalúan en los días cercanos a su cumpleaños y eso es perfecto para cada quien, lo valioso es revisarnos, en cualquier época o momento que decidamos hacerlo. 

Efectuar un balance de cómo vamos avanzando respecto a lo que queremos, a nuestras metas, a lo que queríamos al comenzar el ciclo que estamos viviendo, nos ayuda a observar cuánto de lo planeado hemos podido culminar en este período.

Seguramente numerosas personas alcanzaron sus metas, algunas otras habrán tenido logros parciales o no habrán quedado satisfechas con los resultados y aunque las razones para ello sean múltiples, siempre podemos reconocer hasta dónde llegamos y aceptarlo, ¡eso es lo mejor! Podemos celebrar lo que sí obtuvimos, lo que sí conquistamos, los pasos que sí dimos en la dirección a la que apuntamos. 

Si miramos los frutos recogidos a lo largo de la vida veremos que no siempre coinciden con nuestras expectativas y sentirnos mal por eso realmente no tiene mucho sentido. Recordemos que los resultados dependen de muchas variables y factores que no siempre podemos controlar y la complejidad de la vida supera nuestra capacidad de imaginar todos los escenarios posibles.

Necesitamos apreciar más lo que tenemos en nuestras manos, por eso la satisfacción se mide internamente frente al proceso, al aprendizaje, a las oportunidades aprovechadas, al camino recorrido, a los riesgos tomados, a los cambios hechos, a la disciplina, el ritmo y el orden que perfeccionamos y si de paso coincide con los resultados pues maravilloso, de lo contrario: ajustemos las metas y sigamos adelante. 

A veces olvidamos que las cosas que planeamos requieren un tiempo físico y otro psicológico para llevarse a cabo. Pensamientos, sentimientos y emociones nos mueven o paralizan según sea el caso y eso hace que “los tiempos se nos corran”. Hay procesos emocionales que debemos completar, aprendizajes que debemos hacer y transformaciones internas que debemos culminar para obtener ciertos resultados. 

Todas estas circunstancias son reales y aunque en ocasiones nos ponen tensos y hasta nos sentimos culpables, recordemos que con eso no ganamos nada y sí perdemos mucho: opacamos la mirada y así difícilmente podremos evaluarnos con objetividad. Una mirada clara valora lo sucedido, sugiere alternativas y nos invita a continuar con alegría.

Así pues, a disfrutar lo que sí aprendimos, lo que si hicimos y lo que sí tenemos. Ya vendrá otra etapa del camino donde de nuevo haremos lo mejor que podamos y veremos al final la riqueza del proceso y los resultados que se nos den.


Feliz navidad y un venturoso año 2018.



12.07.2017

¿Sabes? Pienso que…


Una de las cosas más agradables que nos pueden pasar es encontrarnos con una persona que tiene confianza en sí misma. Y lo notamos en su seguridad al actuar, porque su interés es expresar lo que piensa o siente acerca de algo. Va por el mundo sin querer aparentar nada, sin dominar, engañar o imponer sus puntos de vista, sin dárselas de importante o de que sabe mucho.

Es muy placentero estar con alguien que ha logrado ganar seguridad en sí mismo porque actúa con la certeza de quien se ha parado en sus propios pies y se siente firme, por lo cual permanece atento y sabe que pocas cosas lo toman desprevenido pues con su observación las ve venir.

Es una dicha relacionarse con alguien que sabe quién es, qué quiere, a dónde va y que puede lograr lo que desea. Por ello se centra en lo que quiere en vez de hacerlo en los obstáculos que aparecen en el camino y que solo son escalones que le permiten precisar o revisar sus metas. 

Es genial estar con alguien que se conoce lo suficiente para aceptarse y aceptar a los demás porque puede reconocer que cada quien recorre un camino perfecto para sí, que tiene un ritmo y un modo de aprender. Pero con la claridad de que si trabaja con otras personas, necesita coordinar su paso para no detener o violentar el equipo. 

Es una delicia estar con alguien que se respeta a sí mismo y en consecuencia respeta a los demás porque conoce sus recursos, sabe poner límites claros, no atropella a nadie, escucha sin juzgar y busca siempre el bien común.

Es un gozo estar con alguien que sabe cuidarse a sí mismo y lo hace al tomar acciones que lo benefician y evitar situaciones que lo pueden dañar en cualquier sentido, sea físico o emocional. Por eso está atento a las circunstancias que se presentan o pueden llegar a presentarse. 

Es maravilloso estar con alguien que tiene todas estas cualidades y más aún si esa persona somos nosotros mismos, porque habremos ganado nuestro propio amor, aceptación, compañía y respaldo, lo cual nos traerá una vida llena de armonía, alegría y paz. 

Podemos ser cada vez más la persona que admiramos al revisar cada mañana lo que queremos hacer y disfrutar ese día, así enfocamos la atención en eso. Luego lo soltamos y vivimos cada momento con la certeza de que lo que pase es lo mejor. En la noche podemos hacer una corta revisión de lo que hemos vivido y consideramos conveniente para ver cómo lo queremos afianzar. 

Centrarnos en lo que somos y aceptar las fortalezas que tenemos es como poner los cimientos de nuestra casa y saber que están firmes. En ese momento podemos construir comprendiendo que estamos trabajando en terreno seguro. La atención es la herramienta principal y la confianza que da el conocernos a nosotros mismos es el resultado.