2.26.2019

A mi edad…


Saludo y bendigo a todas las personas que han tenido cáncer, ellas son mis compañeras de viaje… y aunque cada quien hace su camino, existen miles de etapas que se recorren y se hacen muchas paradas para recobrar las fuerzas. Y en ese trasegar nos vamos encontrando para compartir nuestras vivencias.

El cáncer para mí fué, o mejor, ha sido una experiencia muy trascendente. Descubrí lugares insospechados en mi corazón! En la primera ocasión encontré una fuerza arrolladora que aún busco suavizar. En la segunda, hallé una delicadeza con la que he podido amarme como nunca antes.

Aunque todavía me es difícil identificar y afrontar algunos sentimientos; veo que los miedos, las creencias erroneas, las memorias de dolor que acompañaban las noches de insomnio y las muchas preguntas que quedaron sin respuesta han ido cediendo el paso a una paz y una serenidad que antes no conocía.

He Aprendido a respetar cada vez más el ritmo de cada quien, al aprender a conocer el mío, pues viví momentos de mucha parálisis emocional donde escuchar en mi corazón las palabras “levántate y anda” fue lo único que me sostuvo. Pero… ¿Hacia dónde caminar? no sabía, no lograba ver los regalos que la vida me ofrecía y que ya tenía delante de mí.

Fueron momentos muy duros y valiosos a la vez. Revisar lo vivido fue inevitable y aunque tenía mucho miedo de hacerlo, hoy sé que todo estuvo y está bien. Ha sido mi proceso y he hecho lo mejor que he podido. Dejar de juzgarme y calificar las cosas como buenas o malas, cambió mi historia. Hay vivencias que pueden gustarme en mayor o menor medida, pero cada una trae su enseñanza y eso hace que valga la pena ser vivida.

También aprendí a respetar la salud y la enfermedad, a aceptar cada momento con su sentido profundo, con su riqueza. A no culparme por estar enferma y a no exigirme sanar para complacer a los demás. 

Tampoco acepté muchas presiones de “debes hacer esto” o aquello, pues aunque a otras personas les hubiera funcionado, o con su buena voluntad creyeran de verdad que sabían lo que más me convenía, solo mi corazón podía conectar lo vivido y mostrarme el camino que debía recorrer en solitario para poder continuar.

El sentido de mi vida se ajustó. Después de querer ser como muchas mujeres, “la mejor” en todos los roles, ahora solo quiero ser yo misma: disfrutar cada momento, celebrar la vida, servir, hacer manualidades, leer, escribir, bailar, hacer silencio en los momentos que lo desee y compartir desde mi corazón el amor con todos aquellos que la vida pone a mi lado.

Y  después de terminar el tratamiento siguieron los controles. Ellos no me han permitido olvidar lo vivido. ¡Benditos sean! Me recuerdan afianzar lo aprendido, no me dejan devolverme a los viejos esquemas por cómodos que me parecieran y me ponen al frente todo lo ganado: mi propio valor.

Hoy puedo honrar la verdad, la belleza y el amor. Por eso bendigo el cáncer y brindo por todas aquellas personas que lo han tenido en sus vidas. Siempre estaremos vivos o vivas, no importa si nuestro cuerpo fallece. El universo en su perfección no desecha nada y por eso lo experimentado, lo aprendido, el amor compartido, la familia, los amigos, estarán con nosotros en ese nuevo comienzo o como dirían algunos, toda la eternidad!















10.04.2018

Como fortalecer las redes de gestión productivas


Las empresas u organizaciones son sistemas abiertos conformados generalmente por más de una persona y ellas se reunen con un fin determinado: ofrecer respuestas a necesidades específicas del medio y, en lo posible, brindar valor agregado, recibiendo a cambio unos ingresos que permiten no solo su supervivencia, sino también su crecimiento y proyección en el tiempo, al generar satisfacción en sus clientes. Esta es una adaptación de una definición clásica de empresa (Johansen, 1982). 

Ahora bien, las empresas y los mercados, por el hecho de estar conformados por personas, constituyen espacios de desarrollo personal y ocupacional para sus integrantes, además de ser fuente de progreso económico y social para todos sus asociados.

Cada empresa tiene una concepción del mundo que expresa en su filosofía y en ella explicita, en mayor o menor medida, cómo se percibe, cuál es su misión, su visión, su ética y valores. Con frecuencia se incluyen allí las principales políticas y objetivos, pero estos pueden variar en el tiempo.

De dicha filosofía se desprenden una serie de elementos que deben ser trabajados para hacerlos realmente parte de la cultura organizacional. Y a pesar de que las empresas buscan la manera de acercarse a sus planteamientos, algunas veces pierden el enfoque, bien sea porque lo urgente no les deja tiempo o espacio para aplicarlo o repensarlo o porque no saben cómo unir su actividad con su plan estratégico.

Si no hay un enlace perceptible entre el nivel estratégico y el operativo, los esfuerzos dejan de producir los frutos deseados puesto que para las personas será evidente la incoherencia entre el planteamiento filosófico y las actividades diarias de la empresa y muy seguramente se dedicarán a estas últimas, lo cual impide el desarrollo del sentido de pertenencia asícomo de su consciencia de ser un equipo, de estar realmente integrados.

Cuando las personas se sienten separadas y aisladas es imposible mantener y proyectar una red de gestión productiva, de ahí la importancia de encausar el trabajo de formación del personal teniendo como propósito superar estas dificultades y considero que se logra al afianzar una consciencia de equipo, de unidad, cosa que se hace al estilo propio de cada organización. 

A continuación presento algunos referentes teóricos a partir de la psicología y su línea transpersonal, los cuales sustentan un área de trabajo en desarrollo humano y son aplicables desde una cultura de productividad basada en valores. 

Punto de partida

El uni-verso al cual pertenecemos -es uno y es diverso como su nombre lo indica-; forma parte de los múltiples universos (o multi-versos) que la ciencia ha descubierto y entendido como un todo unificado formado por una sola energía que se manifiesta de diversos modos, lo cual le da estructura y armonía (Heisenberg et all, 2013).

Como es un todo unificado con una sola energía puede afirmarse que forma una unidad y en ella estamos inmersos todos los seres y las cosas, pues es todo lo que existe o todo lo que es y allíparticipamos y disfrutamos de una serie de leyes de orden, asícomo de libertades o espacios de expresión. 

La psicología se centra en comprender el funcionamiento de la psique humana, (Assagioli, 2010), para lo cual estudia sus expresiones generales (arquetipos, inconsciente colectivo, etc.) y sus expresiones particulares (pensamientos, sentimientos y comportamientos, etc.). También estudia las dimensiones o ámbitos en que se mueve el individuo (personal, familiar, laboral, social, espiritual…) los cuales progresivamente se integran y generan manifestaciones específicas. 

Esta consciencia de integralidad no está muy desarrollada en todas las personas, por ello se hace necesario trabajarla partiendo de que somos seres espirituales teniendo una experiencia humana (Wilder, 2004), donde se incluyen al mismo nivel las distintas facetas de la vida. 

De esta forma, cada quien, por medio de su experiencia puede comprender cada vez más que no es un ser dividido entre su familia, su trabajo, sus amigos y sus anhelos, sino que puede encontrar una forma de englobar su pensar y su sentir en un proyecto de vida amplio, el cual puede ser creado y ejecutado a su ritmo y a su modo en los distintos espacios donde se mueve.

En esta dirección se orienta el trabajo de formación para el desarrollo de personal que tiene entonces como objetivo acompañar el equipo humano en un re-descubrimiento de su sentido de vida, ampliando las fronteras de su pensamiento y expandiendo su horizonte en perspectiva y profundidad (Wilber, 2004:31). 

El alcance de un programa de desarrollo de personal (PDP) en las empresas es limitado en el sentido de la amplitud y complejidad que encierran los procesos de desarrollo personal. Sin embargo, el PDP si tiene posibilidades reales de contribuir de una manera eficiente a ampliar la mirada del equipo humano de manera tal, que puedan estar más atentos y leer lo que ocurre en sus vidas. Así pueden decidir con mayor claridad lo que desean ser, hacer o tener, aprovechando sus fortalezas y desarrollando áreas de interés que los llevarán a sentir de manera progresiva más equilibrio y armonía en sus vidas. 

Describo a continuación los más amplios períodos por los que pasa, de manera progresiva, el desarrollo de la consciencia en los seres humanos. Sin embargo, se debe tener presente que no son lineales, lo cual significa que es un gran proceso que extiende y/o superpone sus desarrollos de acuerdo con las viviencias de cada sujeto.

Las fases que se presentan y enlazan progresivamente, son las siguientes:

· Conocer-se.
· Re-conocer a los otros.
· Comprender la interrelación entre todos los seres y las cosas.
· Consolidar un sentido de equipo, de unidad. 

El anhelo de conocerse constituye un primer período o momento de acercamiento a la búsqueda de un sentido de vida. Es una etapa en la cual surgen las preguntas básicas: quién soy, cómo soy, de dónde vengo, dónde estoy y hacia dónde voy. Al ir encontrando algunas respuestas nos abrimos a un sentimiento de autovaloración y de integración (con nosotros mismos). 

En esta etapa nos demoramos un largo tiempo porque la existencia física se nos presenta desconectada, separada, opuesta, dual: (bueno-malo, blanco-negro, vida-muerte, etc.) y no vemos claro que son pares complementatrios en vez de excluyentes, pero esto nos da tiempo y espacio para entender y asimilar poco a poco el mundo en que vivimos.

El universo es de tal nivel de complejidad que necesitamos hacer cada vez más razonamientos y análisis complejos, que aún cuando son registros parciales de la realidad, son de gran importancia para asirla y luego hacemos las síntesis que nos facilitan alcanzar un sentido mayor de totalidad a un nivel mental.

En esta etapa nos damos cuenta de que los paradigmas o marcos de referencia contradictorios no generan coherencia y armonía en nuestra vida, entonces elegimos algún modelo o marco de comprensión que nos faculte para ser leales a nosotros mismos y a la vez percibir un sentido de vida trascendente.

Cuando reconocemos la unidad con nosotros mismos, damos un gran paso para descubrir la unidad con los demás, lo cual constituye un segundo período. Es una época en la cual hacemos el proceso de “reconocer el otro” de registrar su presencia, así como de aprender a respetar su dignidad de ser humano y espiritual.

Superamos entonces una cantidad de creencias limitantes y damos un paso más en el proceso de ampliar la comprensión del funcionamiento del universo. Así pasamos de una mirada que no lograba percibir el valor intrínseco de las personas y el sentido de su presencia en nuestras vidas a la comprensión de que los demás aportan a nuestro autoconocimiento porque podemos mirar en ellos lo que se nos dificulta ver directamente en nosotros (nuestra sombra). 

Viene luego un tercer período que constituye un tiempo donde se construye un avance en la comprensión de que todos los seres y las cosas somos expresiones de una misma energía y por lo tanto todos somos uno, estamos unidos, formamos un tejido, una red en la que estamos perfectamente fusionados. En consecuencia, lo que hacemos nos afecta y afecta a otros, y lo que ellos hacen, los afecta y nos afecta a nosotros. 

Es como si abriéramos la puerta de nuestra alcoba y viéramos el resto de la casa y a nuestra familia. Pueden existir varios ambientes, personas, objetos, animales, plantas, etc., pero todos estamos allí y el aire que respiramos es el mismo. Sin embargo, al encerrarnos nos olvidamos del resto y nos creemos separados de los otros. De igual manera, “al abrir las puertas de casa” nos encontramos con otras familias, con una sociedad, con el mundo y estamos inmeros en él.

Se revela entonces una consciencia de colectividad, de unidad en la diversidad donde compartimos un mismo espacio-tiempo y cada quien manifiesta en cada momento lo que en realidad es: su esencia y así cada uno contribuye al conjunto con su nivel de vibración energética. (Wilber, 2004).

De esta manera, podemos asumir que la realidad no es una dispersión de eventos opuestos sino una concatenación de eventos complementarios y en ese continuo complementario es posible descubrir y comprender un funcionamiento lógico, ordenado e integrado del universo donde “Todas las situaciones son fundamentalmente neutras. No poseen ningún significado fijo más que aquel que uno le asocia.” (Moritz, 2010).

Y el cuarto período o momento, representa la consolidación de estos aprendizajes. Queda atrás la mirada parcial y se amplía la visión haciéndose por lo tanto más integrada y trascendente, porque se comprende que hay una lógica más allá de lo evidente. Hay unas leyes de orden que rigen el funcionamiento del universo y por lo tanto tienen un sentido mayor que los prejuicios individuales o las creencias limitantes que en esta etapa ya se liberan para alcanzar una consciencia sin fronteras (Wilder, 2004).

Cada quien vive su propio proceso y hace su aprendizaje a su ritmo y a su modo, no obstante, al conquistar avances en este sentido se da mayor contenido y dirección a la acción. 

Esto en concreto significa, volviendo a mirar los grupos humanos, el dejar de lado poco a poco el aislamiento, la separatividad, el inmediatismo y abrir la mente para ganar capacidad de aprendizaje, responsabilidad, respeto, eficiencia, etc. Es decir, se pasa de ser un grupo de personas a ser un verdadero equipo con sentido de pertenencia y progresivamente más integrado.

En consecuencia, el progreso se acelera porque se gana la certeza de pertenecer, de ser parte de algo que importa y al ser una realidad que permea totalmente la vida diaria y las acciones cotidianas, se reconoce la necesidad e importancia de trabajar unidos por un bien común. 

Hay pues una transformación en el campo laboral en el sentido de que si bien se continúa comprendiendo y aceptando que las empresas necesitan ser abiertas, crecer y producir utilidades, también se tiene en cuenta que deben hacerlo sin utilizar ni justificar el uso de mecanismos que traicionen el respeto, la honestidad y la confianza, bases de toda relación ética.

El bienestar y la formación de las personas se vuelve un asunto de beneficio colectivo y funciona como una alcancía común, donde todos ahorran y en algún instante disfrutan de lo ahorrado, o lo que es lo mismo, todos siembran y más tarde cosechan. 

De esta forma se trabaja en dirección al fluir de la vida, no a contra-corriente y así se construye progresivamente una red de gestión que se mantiene, que progresa, que es realmente productiva para beneficio de todas las personas vinculadas a la empresa. 

Asímismo, afrontar las crisis que necesariamente se presentan y se presentarán en un mundo y un entorno cambiante, complejo y exigente, es menos difícil si se cuenta con un equipo humano con el que se tiene una visión compartida.