2.27.2018

Por ahí dicen que…


“Nadie es tan rico que no necesite de los demás 
y nadie es tan pobre que no tenga algo maravilloso para compartir”.

Todos venimos a este mundo con una misión que esconde dos componentes: aprender para fortalecer lo personal y aportar nuestros dones para mejorar lo colectivo. O sea que todos venimos a dar y a recibir. A algunas personas les queda más fácil recibir que dar y a otras les queda más fácil dar que recibir, pero ambas son igualmente importantes en el equilibrio personal y en el colectivo.

Pero ¿qué es eso de los dones? ¿Cómo podemos descubrirlos? Un don es un talento, una cualidad, habilidad, o gracia especial y cada persona tiene muchos, pero hay algo en lo que somos más fuertes y lo ponemos al servicio de los demás. Es nuestro regalo al mundo. 

Conocernos para saber cuál es nuestro don a compartir es muy importante porque nos hace más conscientes de la riqueza que tenemos y al usarlo de una manera respetuosa, acertada y prudente, ganamos seguridad. 

Ayudar, aportar, participar, asistir, servir, dar, cooperar. Como queramos llamarlo y como lo entendamos, le da mayor sentido a nuestra vida, porque contribuimos con algo que hace una diferencia en la vida de otros.

La variedad de dones es infinita y aunque es imposible enumerarlos, si los vemos en acción: algunos alumbran el mundo con su risa. Hay quienes iluminan con su música, su pintura, su baile o su fotografía. Otros nos inspiran con su capacidad de escuchar o de explicar, con su visión para los negocios o para coordinar equipos humanos. Hay quienes brillan por su manejo de las herramientas o la tecnología, mientras otros nos irradian con su gran serenidad.

Les propongo un pequeño ejercicio: “cierren un momento sus ojos y mírense cuando tenían entre cinco y siete años: ¿Qué les gustaba hacer?¿Qué era lo que más se les facilitaba? Cuando descubrimos esa cualidad o habilidad muy nuestra, encontramos la semilla de nuestro don. 

· Una mirada reflexiva y equilibrada sobre sucesos importantes
· La forma de escuchar y coordinar distintos puntos de vista
· La creatividad para solucionar problemas
· La alegría con que vivimos y disfrutamos cada momento
· Uno de los valores y virtudes que vivimos a diario (el que sea una fortaleza).
· La mayor de las habilidades que usamos en el día a día
· Ciertos conocimientos que favorecen el bienestar de todos
· El amor o la dedicación a un grupo (familia, educación, trabajo, cuidado del planeta o alguna otra asociación con sentido social, etc.)

Son ejemplos de algunos de los dones que podemos aportar y ellos nos hacen sentir realizados porque al tiempo que nos sentimos útiles a la sociedad, los fortalecemos aún más, entendemos la riqueza de las diferencias entre las personas y aprendemos a vivir en armonía.