3.11.2011

Cambiemos la fuerza por la razón...

Muchas personas seguramente crecieron en hogares donde los papás los maltrataban físicamente o maltrataban a sus mamás... y todos los que lo vivieron, saben el infinito dolor que esto causa y lo difícil que resulta aún en la edad adulta, sanarlo, olvidarlo o perdonarlo. 

Y es que no podían comprender por qué lo hacían... Muchos de ellos venían de hogares donde también les tocó vivir esa situación de maltrato y dejaron de pensar en su dolor, para sacar esa rabia dañando ellos también a los seres que amaban. No aprendieron a arreglar las diferencias de una manera sana que les permitiera mirar al futuro con optimismo, sintiéndose amados y respetados en su hogar. 

Otros no vivieron en sus hogares el maltrato, pero lo vieron en otros sitios, o personas confundidas, resentidas o envidiosas los influenciaron para que no buscaran acercarse de una manera positiva a sus familias, sino que se expresaran por la fuerza, haciéndolos creer que así lograrían ganarse el respeto. 

Pero no nos confundamos también nosotros! No hay nada que justifique agredir física o psicológicamente a otra persona. No podemos escudarnos en la historia, en el dolor o afirmar que "no queríamos pero ella (o él) me obligó". Nada más falso que esto. Aunque nos digamos esa mentira, en el fondo sabemos que estamos equivocados, que hay otras formas de expresar el temor o el dolor que llevamos dentro. 

Es pues una situación en la que debemos reflexionar: agredimos a otros cuando no sabemos qué hacer, cuando no tenemos argumentos o no logramos hacernos entender y queremos imponer por la fuerza nuestras ideas. Pero esto NO es una razón válida. Tenemos que cambiar. Nadie ama a su carcelero... Es decir, a la fuerza no nos van a querer o a respetar. Nos van a tener miedo y eso rompe de una vez por todas, la posibilidad de una sana relación porque el temor es enemigo de la comunicación y eso hará que no podamos sentirnos alegres, realizados y orgullosos de lo que logran nuestros hijos o de las cosas buenas que hace nuestra pareja. 

Afortunadamente para nosotros hoy existen muchos medios de sanar el pasado y mirar hacia adelante sabiendo que nos casamos porque amábamos a esa persona y que el amor es ante todo respeto y comunicación. Que si buscamos ayuda podemos conservar nuestra familia y tener la seguridad de pertenecer a un grupo donde estamos a salvo. 

Hay muchas entidades y personas a las cuales podemos acudir en busca de apoyo para no repetir de manera interminable esta historia y no dañar a los seres más queridos por nosotros: nuestra pareja y nuestros hijos. Es necesario aprender a dialogar, no cerrarnos y hacer acuerdos que se respeten entre la pareja y con los hijos. Estas herramientas nos ayudarán a mantener unida nuestra familia.

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