10.08.2017

Un llamado a la cordura


Si bien es cierto que el regreso a la espiritualidad que se viene llevando a cabo con tanta fuerza en este momento histórico es maravilloso, a mi modo de ver vale la pena hacer una diferenciación entre aquello que tiene un sustento filosófico, psicológico, médico o espiritual y las creencias y prejuicios que se popularizan sin ningún rigor metodológico o científico y posan de ser serias y profesionales.

La psicología transpersonal ha abierto un camino muy valioso de acercamiento a la comprensión de fenómenos internos y profundos del ser humano que nos facilita el abordaje de lo trascendental, pero no todo se puede “psicologizar” y menos de cualquier manera que se nos ocurra. Sí hay límites, como en toda disciplina que se respete y eso no está mal puesto que nos evita caer en excesos, abusos y desorientación a nuestros pacientes. 

Yo personalmente uso la psicología transpersonal y la defiendo como una gran herramienta de acercamiento al desarrollo personal, pero hay un gran desconocimiento de cómo emplearla con rigor y aunque también comprendo que la realidad es Una, meter todo en la misma bolsa, sacudirla, hacer un baturrillo y creer que eso nos hace profesionales de la psicología y terapeutas con derecho a todo, es de un nivel de irresponsabilidad impensable.

Es claro que existen técnicas de sanación milenarias y para usarlas con responsabilidad no se exige hoy un diploma de profesional en salud apegado muchas veces a una larga lista de requisitos formales, pero no por eso las precauciones que tomemos al asistir a todo tipo de terapias y terapeutas deben desaparecer.

Al lado de personas muy serias y respetuosas en su práctica han surgido muchas otras que no lo son y el daño que pueden hacernos, puede ser peor que la dolencia que pretendemos sanar, por eso llamo al autocuidado y a la cordura, para no dejarnos desorientar por un discurso dizque espiritual que muchas veces viene cargado de prejuicios y culpas que nos retardan la posibilidad de empoderarnos, de conocernos mejor, de aceptarnos y proyectarnos. 

No toda persona que inicia o transita un proceso de reflexión personal acompañado de una búsqueda espiritual está capacitada para abrir consultorio psicológico, puede ser nuestra amiga, podemos compartir con ella inquietudes y descubrimientos y hasta dar o recibir consejos gratis, pero de ahí a erigirnos en terapeutas hay una gran distancia y como ellas mismas dirían, ¡se van a ganar un gran karma! 

Busquemos pues de acuerdo con nuestras necesidades e intereses a profesionales que tengan formación filosófica seria, formación psicológica y ni qué decir de una formación en salud o en clínica profunda según nuestra situación, pues dejarnos convencer y atender de cualquier persona, por bonito que hable, no posibilita un proceso de crecimiento personal que nos conduzca a un progresivo bien-estar.

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