3.11.2011

Los tiempos cambian y las organizaciones también


La frase más cierta que nosotros podemos escuchar es aquella que dice que en este mundo “lo único constante es el cambio” y eso es lo que le da sentido a todo lo que hacemos. 

Cuando nosotros hacemos y hacemos cosas y nada cambia ¿cómo nos sentimos? Estancados ¿verdad?, pero cuando las situaciones van modificándose sentimos que progresamos, que avanzamos, que evolucionamos, que vamos hacia alguna parte, hacia alguna meta… hacia nuestro gran propósito de vida. 

En nuestro diario vivir vemos que todo es un proceso de cambio desde que nacemos: cada día nos encontramos con situaciones nuevas y a veces esas situaciones piden de nosotros que pongamos en juego todo lo que somos, lo que hemos ganado como personas y nos enseñan nuevas cosas. 

Así también pasa en nuestro trabajo cuando ya somos adultos. Cada día hay algo que vamos a aprender o a fortalecer y también hay algo que va a cambiar, porque el mundo no es estático, la vida es dinámica y al transcurrir genera situaciones que se ven en desequilibrio y las personas que hacen parte de las empresas, necesitan buscar en conjunto recuperar el equilibrio, pero lo que van a lograr es un equilibrio nuevo, enriquecido, que aparecerá como consecuencia de los cambios externos e internos y de las exigencias que les hace el medio para que se renueven. 

Una gran diferencia entre una organización competente y otra que no lo es, está en la capacidad de las personas que la componen para interpretar las nuevas exigencias del medio y para ser capaces de salir de la zona de confort y adoptar una visión de cambio permanente. 

A veces nos cuesta aceptar que las situaciones y las personas cambian continuamente, pero mirémonos nosotros mismos: somos mejores personas hoy que hace diez años y esperamos ser todavía mejores dentro de diez años ¿verdad? ¿Cómo lo logramos hoy y cómo lo alcanzaríamos dentro de diez años si no existiera el cambio? Miremos nuestra empresa y veamos cómo viene también progresando cada día. 

En ocasiones nos apegamos a lo que somos o a lo que tenemos y nos da miedo soltarnos y dejar que lleguen nuevos aprendizajes a nuestras vidas, pero sólo el abrirnos y aceptar los cambios que se van dando en nuestra casa, en nuestro trabajo, en nuestra vida misma, puede hacer que sean más fáciles de vivir, porque el apego sólo nos trae sufrimiento al querer detener el ritmo de la vida. 

Es pues el proceso de cambio permanente lo que va permitiendo que nuestro madrugar tenga sentido, que nuestro trabajo nos aporte y nos enriquezca como seres humanos, que queramos cada día dar lo mejor de nosotros en el sitio donde la vida nos ha dado la oportunidad de estar y así como nosotros hacemos nuestra parte, cada persona en la empresa hace la suya y todos salimos ganando. Todos avanzamos, ¡todos progresamos! 



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