5.19.2011

Días del padre y de la madre

Las familias celebran estas festividades un poco con la mirada comercial, pero vale la pena volverlas a mirar para hacer consciencia de la importancia que tiene la familia para todos, así como de los beneficios afectivos que nos ofrece.

Las familias de origen (esas donde nosotros nacimos y fuimos criados), juegan un papel primordial en nuestras vidas, porque en ellas nos hacemos personas y aprendemos a ser padres y madres. Y nuestras familias actuales (esposos, esposas, compañeras ó compañeros, hijos e hijas) representan una oportunidad para construir un ambiente donde nos sintamos aceptados, protegidos y acompañados: ellos son nuestra escuela. También nos ofrecen la posibilidad de disfrutar y gozar: ellos son nuestro orgullo.

Ser padres es estar disponibles interiormente para nuestros hijos, no es "TENER" hijos como cosas, sino crear con ellos un espacio de diálogo, de reflexión, que nos permita caminar juntos como compañeros de viaje en esta vida, es enseñarlos para que en la edad adulta ellos sean autónomos, que SEAN lo que desean ser y vivan como consideran que deben vivir y nosotros pasemos a un segundo plano en sus vidas, respetando sus decisiones y acompañándolos en su caminar mientras trabajamos nuestras propias oportunidades de crecimiento y avanzamos hacia nuestras propias metas.

Ser buenos padres implica que tengamos una vida propia, intereses y actividades que nos lleven a cumplir nuestros propios objetivos y a no recargar a los hijos con presiones y exigencias que no les corresponden, como si ellos lo fueran todo y nuestro único sentido de vida fuera "tenerlos".

Y ser buenos hijos ¿qué implica? Ante todo el respeto por nuestros padres, es poder agradecerles la vida que nos dieron y darles un lugar especial en nuestro corazón. Es aceptarlos como son, independientemente de si ellos son capaces o no de aceptarnos a nosotros. Es saber que no tenemos que educarlos o cambiarlos, como pretendemos en la juventud.

Ser buenos hijos es hacer el esfuerzo por escuchar a los padres, por aprender de su experiencia, es estar pendientes de ellos según nuestras posibilidades, es estar disponibles para el diálogo y nutrirnos de su afecto, así como nutrirlos con el afecto nuestro. Pregúntate ¿qué es para tí ser buen hijo y buen padre?

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