3.28.2011

¿Padres Vs Hijos?

Los adultos que somos padres a veces queremos vivir a través de nuestros hijos, queremos que ellos logren lo que nosotros no pudimos o que tengan lo que nos faltó, ya sea cariño, comprensión, dinero, etc. y aunque eso está bien en teoría es en la práctica donde nos equivocamos, ya que en muchas ocasiones los presionamos sin tener en cuenta su edad, los empujamos hacia nuestros sueños y prioridades, pero además con alguna frecuencia ¡ni les preguntamos cuáles son los de ellos!

O cuando van creciendo nos unimos a sus sueños y comenzamos a sufrir porque no los logran rápido o porque experimentan contratiempos. Esto hace que nos volvamos ansiosos, que vivamos preocupados sin poder hacer nada al respecto, que nos ganemos en ocasiones su rechazo, -pero lo que es más grave aún- que dejemos de mirarnos a nosotros mismos y de centrarnos en nuestra vida para recorrer nuestro propio camino.

La paternidad y la maternidad, así como la familia son un gran eje de nuestra vida, pero no reemplaza la persona en su individualidad. Darnos a ellos o “debernos a ellos” como a veces decimos, tiene un límite que es sano y ese es: construir un espacio a salvo para todos, sabiendo que tenemos el derecho y el deber de luchar por nuestros objetivos -tanto los padres como los hijos- y por eso el respeto de unos y otros es fundamental, así como el apoyo y la consciencia de que la responsabilidad de asumir la vida es de cada uno.

A cuántas parejas les pasa que cuando crecen sus hijos y se van de casa, se miran el uno al otro o se miran a sí mismos y no se reconocen. Llega un momento en que solo comparten la preocupación por lo que les suceda a sus niños o niñas (ya que pocas veces los vemos como los jóvenes o adultos que son). Se han olvidado de sí mismos y el único tema de conversación son los hijos, presentes o ausentes.

Si bien ellos son muy importantes y nunca debemos abandonarlos emocionalmente, nosotros como personas también lo somos, también vinimos a tener una experiencia de vida, a aprender muchas cosas. De jóvenes teníamos muchas expectativas y sueños que con la paternidad o la maternidad, los olvidamos, los empeñamos o los aplazamos. Es hora pues de retomarnos, de volver a mirarnos, de compartir el amor con nuestros hijos y apoyarlos, pero disponiendo de tiempo físico y psicológico no solo para ellos, sino también para nosotros.

Acompañarnos de otras personas y acompañar a nuestros hijos es pues muy importante, pero en la medida que se hacen adultos es necesario darles el espacio que requieren para vivir y valorar esas vivencias, para descubrir sus sueños y la fuerza para alcanzarlos. No nos corresponde entonces estar presionándolos para que logren nuestros objetivos y ni siquiera los de ellos.

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