3.11.2011

¡Adiós al fracaso!

Generalmente cuando las personas tomamos una decisión y la llevamos a cabo, esperamos a ver cómo salen las cosas: si salen bien quedamos contentos, de lo contrario nos sentimos fracasados, pero ¿realmente existe el fracaso? No. En nuestra vida existen resultados inconvenientes, indeseables, inesperados tal vez, pero no son resultados tajantes o definitivos. Son transitorios si miramos la vida como una oportunidad de aprender, de crecer y de ser mejores cada día.

Si recordamos lo que tantas veces hemos oído y leído “lo negativo es transitorio y lo positivo es permanente", no podemos pensar que la vida nos condena eternamente al fracaso si nos equivocamos en un momento dado, o si dejamos por fuera esto o aquello, o si no estuvimos atentos un segundo en particular o nos descuidamos y los resultados no nos gustaron.

Puede ser que no podamos reparar o cambiar una situación específica porque no podemos devolver el tiempo, pero sí vendrán nuevas ocasiones, oportunidades y momentos donde debamos utilizar los mismos recursos que hoy creímos usar mal y podremos hacerlo bien en esa nueva ocasión, por eso no tiene sentido que nos sintamos culpables y vivamos amargados pensando que no nos merecemos nada bueno porque aquel día, en aquel instante, nos equivocamos poco o mucho...

Si miramos las cosas aisladamente, pueden verse perfectas o totalmente negativas, pero si nuestra mirada es más a largo plazo nada es tan negativo o trágico. Por ejemplo, mi hijo perdió el año en el colegio, ¿fracasó? No, aprendió muchísimas cosas, en un año se aprende de todo y lo académico es sólo una parte. Hay una ganancia clara y mayor experiencia para afrontar el año siguiente de una manera más juiciosa, responsable o lo que sea que deba tener en cuenta mi hijo para cambiar el resultado académico. Así, siempre hay que mirar el conjunto y ver las cosas en una perspectiva más amplia.

Igual pasa cuando un negocio no sale como yo pensé que saldría. Aprendí que debo tener en cuenta otras cosas y gané en experiencia y en conocimiento de las condiciones que debo considerar, así que cada día aprendemos algo y podemos corregir, reparar, cambiar o agregar lo que consideremos importante, para que la vez siguiente obtengamos resultados deseados y convenientes para nosotros.

A veces entran a funcionar otras cosas como la alta auto exigencia y el orgullo y nos damos golpes de pecho porque no hicimos las cosas de manera perfecta, o lo que es peor, les exigimos a otros casi la perfección, pero entonces ¿qué fue lo que vinimos a aprender? Si todo lo debemos saber hoy, ya podemos morirnos, porque la vida solo tiene, sentido cuando podemos aprender cada día de lo que vivimos. Pero atención: aprender. Así como estas dos condiciones (el orgullo y la alta auto exigencia) nos crean problemas, también la dejadez, la pereza y la baja auto exigencia nos impiden aprender y obtener resultados satisfactorios para nosotros y para nuestro entorno.

Demos lo mejor de nosotros mismos y entendamos qué tiene la vida para enseñarnos cada día, eso nos hará más felices y podremos decir ¡adiós al fracaso!

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